Microcuento

Le faltó escribirle las ultimas líneas,
esas que robó del borde de sus ojos
del dibujo de su falda.
Esas que unían, las pecas de su espalda.

Se le clavo la letra y no entienda
si el recuerdo es recuerdo y lo vivido siempre pasa
si nada queda si las penas son tan malas como necesarias
¿por qué quedan las penas, y los recuerdos nunca pasan?

Escucho a Joaquín y se dio cuenta.
Se había olvidado
de aprender a olvidarla.

Su cuarto, una ventana y una puerta sin salida.
Estallaron los cristales
atravesados por un disco de Sabina.

Qué sentido tiene su letra
si después de 500 noches, y más de 20 días
no supo olvidarse


de que aun la quería.




Pablo Cascio Cañas.

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